ESPACIOS VERDES
Van a poner rejas en otras 22 plazas y plazoletas
de la Ciudad
15/05/2005
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Estarán listas antes de fin de año. En el Gobierno
dicen que es la única forma de evitar que las
dañen. La medida se consensuó con los vecinos, y
donde no quisieron rejas se harán cargo del
mantenimiento.
Constanza Durán
María del Carmen Sosa es una vecina de Caballito
que todos los viernes pasa un rato en el Parque
Rivadavia. Sentada en uno de los bancos, la mujer
se distrae mirando las flores. "Desde que lo
enrejaron, el parque ya no parece un espacio
abandonado", dice señalando las rejas grises que
separan la naturaleza del cemento.
El
Rivadavia es uno de los 43 espacios verdes de la
Ciudad que están enrejados. Y durante este año, la
Secretaría de Producción, Turismo y Desarrollo
Sustentable porteña protegerá otras 22 plazas,
entre las que figuran la Díaz Vélez, en Barracas,
la Alemania, en Palermo y el Parque Centenario
(ver Las que...).
Las
obras son parte del progra ma de remodelación de
parques y plazas, que arrancó en setiembre pasado.
Aunque el plan incluye el arreglo de 40 espacios
verdes, no todos quedarán cerrados. "La decisión
de cercar estos predios se tomó en conjunto con
los vecinos de cada zona", explican en la
secretaría.
Por
ejemplo, en la Plaza Irlanda —ubicada en Gaona y
Donato Alvarez—, el Gobierno tenía previsto
colocar una reja perimetral para cerrar el predio
por la noche, luego de terminar los arreglos que
empezará en 10 días. "Pero los vecinos nos
pidieron que no pusiéramos la reja. A cambio, se
comprometieron a cuidarla ellos", cuenta Marcelo
Vensentini, subsecretario de Medio Ambiente.
En
la Ciudad hay 50 parques y 627 plazas y
plazoletas, pero no todas pueden enrejarse. Por
eso, además de la opinión de la gente para decidir
si una reja se coloca o no, los funcionarios
también tienen en cuenta el uso que se le da a
cada espacio.
Un
ejemplo de eso es la plaza Flores. Allí, los
vecinos pedían que el predio se cerrara, pero
resultó imposible. El problema: la plaza se usa
como lugar de paso, por donde circula mucha gente
para tomar distintas líneas de colectivos. "En ese
caso, las rejas serían un problema y no una
solución", explicó el funcionario.
La
gente también pidió rejas en la plaza Alemania,
donde las obras de remodelación ya empezaron. La
idea es que la plaza de Libertador y Castex
recupere el estilo con el que fue inaugurada en
1914. Allí, la Comuna no tenía previsto colocar
rejas, pero los vecinos insistieron en que eran
necesarias para conservar los arreglos. Y por eso
las pondrán.
Los
espacios verdes cerrarán durante toda la noche, en
horarios que varían en cada caso. De esta manera,
buscan mantener las plazas cuidadas y resguardadas
del robo de placas de bronce y de la rotura de los
juegos y el mobiliario. La idea no es nueva, ya
que en 1987 el Obelisco se enrejó para evitar las
pintadas que a diario aparecían en sus paredes. Y
el Jardín Botánico recurrió a las rejas para
cuidar su flora casi un siglo antes, cuando se
inauguró en 1898.
"Las
rejas nos permiten cuidar y mantener los espacios
naturales —asegura Vensentini—. Los enrejados
definitivamente están más cuidados que el resto".
Los vecinos que a diario utilizan los parques y
plazas coinciden. Así lo comprobó Clarín en una
recorrida que realizó por distintos espacios
verdes. "Ahora los juegos están enteros; antes se
caían a pedazos", cuenta Ana Carrera, mientras su
hijo Tomás corre a subirse al tobogán del parque
Rivadavia.
Delante del monumento a Simón Bolívar que hay en
ese parque, Angel Domínguez apura el paso. "Ya se
larga la lluvia", dice un poco agitado por el
ejercicio. Desde que en 2003 arreglaron el predio,
el hombre camina por él todas las tardes: "Da
gusto venir. Pensé que nunca lo iban a recuperar".
Además del Rivadavia, también están cerrados con
rejas perimetrales otros grandes parques como el
Thays, el Rosedal de Palermo, el Sarmiento, el
Parque de los Niños, y el de la Memoria.
En
uno de los bancos de la plazoleta Lola Mora, de
San Juan y Cevallos, Alicia Martínez descansa un
rato. A un costado está su perra pequinés. Ese
sector lo arreglaron hace poco y las rejas son
nuevas. "Lindas no quedan, pero por lo menos
ayudan a cuidar la plaza", dice la mujer, vecina
de la zona. En cambio, Marta Valle se queja en la
plazoleta Juan Carlos Castagnino, en Garay y
Bolívar: "Con las rejas solas no alcanza. Deberían
poner seguridad porque de noche algunos saltan el
enrejado para entrar".
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