La usina ocupa una
superficie de terreno de
7.500 m2; su morfología y
materialidad tienen
reminiscencias de un palacio
florentino. La usina tenía
una dotación de 12 calderas
productoras de vapor a
través de la combustión de
petróleo, vapor que
impulsaba a las turbinas de
generación de energía que
alcanzaban a 5 unidades.
Las calderas ocupaban el
recinto de la nave mayor y
los turbo-generadores la
nave contigua de menor
tamaño. El agua de
refrigeración se captaba
desde la Dársena Sud por
medio de tomas bajo nivel
con filtros. A través de un
canal de descarga el agua
volvía al río. Un sistema de
bombas accionadas por
turbinas a vapor impulsaba
el movimiento de circulación
del líquido.
La provisión de combustibles
estaba asegurada desde la
misma Dársena por una
cañería que conectaba la
usina con las lanchas que lo
transportaban. Durante
períodos de escasez se
quemaron otros combustibles
como carbón, maíz, luego
fuel-oil y finalmente gas.
El edificio perteneció a la
Compañía Italo Argentina de
Electricidad, luego al
Estado Nacional y mas tarde
a SEGBA y EDESUR. Más tarde
fue operada por la firma
metalúrgica ACINDAR, hasta
que en 1997 esta última
decidió liquidarla debido a
la sobreoferta energética y
a los costos operativos de
la Central. Sus
instalaciones fueron
desmanteladas y vendidos sus
componentes. Finalmente el
GCBA adquirió el bien con el
objetivo de salvaguardarlo
debido a su gran valor
patrimonial, cultural y
arquitectónico.
Edificio, de Leandro
Erlich
Se trata de una instalación
que el artista argentino
presenta en el espacio
central de exposiciones de
la Usina, y que consiste en
el emplazamiento de una
fachada característica de
nuestra ciudad en el piso,
que refleja en un espejo
realizado con una materia
especial, y que es
suspendido sobre el piso en
un ángulo tal que permite a
los visitantes verse
reflejados “sobre” la
fachada en cuestión,
promoviendo una actitud de
“juego” con distintas
situaciones de la imagen
reflejada.
Carlos Davis
Fuente: Prensa Ministerio de Cultura