LA PELOTA MAS
FAMOSA SE HACE ARTE DE LA MANO DE FERREIRA
"Alma de
Pulpo" en el Museo Saavedra
25/11/2013
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En el Museo Histórico de Buenos Aires Cornelio de Saavedra
(Crisólogo Larralde 6309) se está llevando a cabo una
exposición que tiene como objeto de culto a uno de los
objetos icónicos del siglo pasado: "la pelota Pulpo).
"Alma de Pulpo (Historia y apología de la pelota Pulpo)"
presenta obras del artista plástico Miguel Ángel Ferreira y
testimonios sobre la empresa G. Lanfranconi (creada en 1929
por don Gerildo Lanfranconi, en la calle Pinto 3740 del
barrio de Saavedra), quien hacia 1936, crea la célebre
pelota rayada de goma. La muestra
permanecerá abierta
hasta el 9 de diciembre.
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La obra de
Miguel Ángel Ferreira nos introduce en un universo repleto
de sueños y bellos recuerdos. Su apología de la pelota
Pulpo, es la apelación a una memoria común que unifica
varias generaciones en un tiempo donde el sonido de la
pelota contra el piso o la pared anunciaba que la calle se
transformaba en un espacio pleno de poesía. |
El origen de
este legendario adminículo deportivo debe remontarse a años
de crisis. Precisamente es en 1929 cuando Gerildo
Lanfranconi, quien había nacido con el siglo y que hasta
entonces había sido encargado de los talleres Pirelli, funda
en un local que se encontraba a la vuelta de su casa, junto
a su hermano Arístides, la empresa G. Lanfranconi con
domicilio en la calle Pinto 3740 del barrio de Saavedra.
Casualmente, en ese mismo año, nace su hijo Juan Carlos. La
fábrica, se dedica principalmente a la producción de
artículos moldeados de goma (por ejemplo, sopapas) y cuerdas
para triciclos (la cubierta de goma que cubre sus ruedas
metálicas).
Hacia 1936,
Gerildo crea la célebre pelota rayada de goma. Para ello
idea un sistema que le permite inyectar goma de color rojo
sobre la goma blanca lo que le da el rayado que se hará
tradicional (muchos años después al rojo tradicional se le
agregará el azul). El nombre de Pulpo se origina en el apodo
con que se conocía a Gerildo por la fortaleza de sus brazos.
La Pulpo (que se fabricaba en seis tamaños: 2,5 – 3 – 4 – 5
- 6 y 7,5 pulgadas) significa un importante impulso para el
crecimiento de la empresa que llegará a tener gracias a
ella, representaciones comerciales en todas las provincias;
a trabajar durante tres turnos (mañana, tarde y noche) y
ocupar a cien obreros.
Durante la
segunda guerra mundial, las dificultades para la importación
hacen que la empresa encare también la fabricación de
pelotas de tenis. Años más tarde, precisamente el 1º de
julio de 1958, Arístides y Juan Carlos se incorporan como
socios y se constituye la firma G. Lanfranconi S.R.L. Ese
mismo año, por iniciativa de Juan Carlos, aparece la marca
LAN-GER (denominación formada con las tres primeras letras
del apellido y las tres del nombre paterno). Gerildo y Juan
Carlos habían viajado previamente a Santa Cruz do Sul (Río
Grande do Sul, Brasil) para obtener de parte del ingeniero
alemán Jorge Hoezel, allí radicado, el royalty por cinco
años de las pelotas de tenis marca Mercur, pelota brasileña
de menor calidad que las europeas, pero que por su
proximidad geográfica con el país era accesible a menor
precio. Con ello alcanzan un producto de estándar
internacional. Las pelotas LAN-GER se adaptan rápidamente
con las más modernas técnicas de elaboración e introducen en
la Argentina el color amarillo que les otorga una mejor
visibilidad, dejando atrás el tradicional blanco. Con ellas
se jugarán campeonatos nacionales e internacionales como la
Copa Davis.
Después del
tenis, hacia 1962, llegará el turno de la pelota para la
práctica de pelota paleta que será exportada a España, en
este caso con la particularidad de que en lugar de negras
eran de color amarillo porque allá los frontones son de
color verde (a diferencia del blanco de los nuestros) lo que
hacía más visible a la pequeña pelota.
Arístides
fallece en 1967 y Gerildo en 1972. Entre 1981 y 1994,
Viviana Rosana, hija de Juan Carlos asume la administración
de la firma. Juan Carlos Lanfranconi decide finalmente
cerrar la empresa en 1994, cuando el uno a uno y la libre
importación afecta totalmente la subsistencia de la misma.
Ya por entonces la pelota Pulpo había sido acorralada por el
crecimiento urbano.
Si la crisis
del ’29 abre un período propicio para la expansión de
diversos emprendimientos industriales, lo que se acelerará
en los años de la posguerra y del peronismo, el ciclo
comienza a cerrarse luego de la crisis política de mediados
de los ’70. La nueva crisis económica de fines de los ’80 e
inicios de los ’90, y la respuesta que ella conlleva (la
convertibilidad y la desprotección de la industria ante las
importaciones masivas) asestan el golpe definitivo. La
historia de la Pulpo puede ser leída sin duda como una
metáfora de la industria argentina del siglo XX.
Sobre Miguel
Angel Ferreira
Nace
en 1950. Estudia en la Escuela Nacional de Bellas Artes
Manuel Belgrano. Presenta más de treinta muestras
individuales y participa en más de doscientas exposiciones
colectivas en galerías, centros culturales y museos de la
ciudad y de la provincia de Buenos Aires; en Cascabel, Porto
Alegre, Curitiba, Joinville, San Pablo y Río de Janeiro
(Brasil). Desde su primera muestra individual en 1972,
aborda distintas disciplinas de las artes plásticas,
experimentando diversas técnicas de realización. Su obra
abarca la escultura en hierro, el relieve policromado, el
collage, la pintura, el frotage, el grabado y el dibujo.
Participa en salones de carácter municipal, provincial y
nacional donde obtiene más de cuarenta distinciones y
premios. Entre ellos, en el Salón Municipal Manuel Belgrano
2003 (Mención en dibujo); Salón Nacional de Artes Plásticas
2004 (Mención de Honor en dibujo); Salón Municipal Manuel
Belgrano 2010 (Tercer premio - adquisición); Salón Nacional
del Museo Artemio Alisio 2011 (Segundo premio -
adquisición); Museo Banco Provincia Gran Premio "200 años La
Moneda" 2012 (Gran Premio adquisición).
La
muestra
Permanecerá
abierta hasta el lunes 9 de diciembre de martes a viernes
de 9 hs a 18 hs y sábados, domingos y feriados de 10 hs a 20
hs.
Carlos Davis
Fuente:
Prensa Museo Histórico de Buenos Aires Cornelio de Saavedra