Según el compromiso que la Fundación Cultural Argentino Japonesa reconoce en la página web del parque, su política administrativa debe estar dirigida a "cuidar el predio como si fuera nuestro, cumpliendo con las leyes y reglamentos; de tal manera que los habitantes de la Ciudad se sientan orgullosos de tener este Jardín Japonés en la Ciudad de Buenos Aires".
Más allá del orgullo que los porteños sentimos con referencia a este pedazo de oriente escondido en la geografía del Parque 3 de febrero, el cuestionamiento que el gobierno le hace a la fundación parece acertado: permitir el libre acceso y limitar su actividad a propiciar la difusión de la cultura nipona a través de distintas emprendimientos culturales, dejando los negocios de lado.
Es decir que se está exigiendo el cierre del restaurante, del vivero, del local donde se venden distintos souvenirs, y se prohíbe la organización de eventos comerciales.
El conflicto empezó hace unos meses atrás cuando el director del Parque Tres de Febrero, Javier García Elorrio, declaró inválido el documento mediante el cual se le otorgó a la fundación la administración del predio. Luego hubo un movimiento tendiente al desalojo del lugar que fue finalmente frenado.
El Jardín Japonés se encuentra ubicado en Av. Casares y Av. Berro, y cuenta entre sus atracciones a los llamativos peces koi (carpas), los puentes de fantástico diseño y la vegetación autóctona y exótica que hacen de este rincón de la ciudad un remanso donde el porteño puede experimentar que otro ritmo de vida, que otra mirada llena de nuevas sensaciones es posible y deseable...