Partamos de la base de que
toda actividad "cultural"
impacta sobre el ambiente.
Es decir, todo lo que el
hombre realice o mantenga en
contra de su estado
"natural" tiene un costo que
podrá ser mayor o menor
según los recaudos que tome
a priori o a posteriori para
moderar su incidencia en el
entorno.
Una ciudad, una gran ciudad
como Buenos Aires, no es
algo que se produzca por
casualidad, o dicho en los
términos anteriores, de
manera natural. El
mantenimiento de un
conglomerado tan fantástico
y organizado necesita de
recursos, de dinero, de
energía, y produce en la
misma proporción una
cantidad colosal de desechos
que a su vez necesitan de
recursos, de dinero, y
nuevamente de
energía para su posterior tratamiento
y "eliminación".
"Producir menos basura"
sería uno de los paradigmas
sociales a instalar en el
conciente colectivo porteño.
O, al menos, reciclar parte
de esos desechos para que,
por un lado se pueda
recuperar parte de los
recursos invertidos, y por
el otro para que el impacto
sobre el ambiente se
aminore.
La "responsabilidad social"
de nuestra "empresa" debería
obligarnos a clasificar los
desechos en origen, en casa,
para que luego los
"recuperadores urbanos" los
tomaran siguiendo la cadena
del proceso de reciclado.
Llamar "recuperador urbano"
a una persona que casi vive
en la indigencia parece una
ironía de mal gusto, pero el
estado de necesidad extrema
al que se vieron sometidos
amplios sectores sociales
(especialmente luego de la
crisis del 2001) los obligó
a buscar el sustento
revolviendo la basura de los
más acomodados. El
recuperador nació entonces
por propia necesidad de
subsistencia, aunque luego
(ahora) pareciera poder
formar parte de una cadena
que lo incluiría, aunque de
manera lábil y casi
periférica, al entramado
social y económico del que
había sido expulsado.
La basura, en definitiva,
dejó de ser el desecho
oscuro del cual nadie quiere
hablar, del cual todos
desean desprenderse con
rapidez, para instalarse en
el centro de una escena
social que involucra y
atraviesa a todos los mas
diversos actores:
ecologistas, sociólogos,
políticos y economistas.
Números
La
ciudad produce 5.360
toneladas de basura diaria.
Cada
porteño,
en promedio, genera 1,71 kg
de desechos.
Cada
Argentino, en promedio,
produce 0,950 kg de basura.
Hay
unos 8.000 cartoneros
registrados.
El
Gobierno estima que
existirían 12.000.
Según
los propios cartoneros
llegarían a 15.000.
Los
recuperadores porteños
reciclan el 11% de los
desechos.
Hay
114 galpones que compran
materiales a los cartoneros.
Por
las latas de aluminio se
paga 2,5 $ el kg.
El
kg de plástico de botella
(PET) vale 0,90 $.
Por
el cartón se paga entre 0,30
$ y 0,34 $ por kg.
El
papel se compra a 0,20 $ ó
0,26 $ por kg.
El
vidrio apenas si vale 0,13 $
el kg.
Carlos Davis